Cuba: Entre Submarinos y Espias Nazis

Entre mediados de 1942 hasta principios de 1944, siete barcos cubanos fueron undidos por submarinos alemanes (U-Boot) en acciones en las que murieron más de ochenta infantes de marina cubanos y tres americanos.
Estos buques fueron torpedeados y cañoneado por los barcos procedentes de Alemania que merodeaban, en calidad de espías, en nuestras aguas territoriales.
Como una evocación de estos encuentros mortales hay al menos dos monumentos erigidos a los marineros caídos cubanos. Uno de ellos está situado en la Avenida del Puerto y la calle O’Reilley, en un obelisco al frente del mar en el municipio Habana Vieja y el otro se encuentra en la ciudad de Cienfuegos, en el parque El Mambí, en el lado opuesto del Centro Recreación Los Pinitos. Este monumento fue construido gracias a la contribución de los residentes del barrio de Queens, como recordatorio a los marineros ,víctimas a bordo del barco Mambí.
Por último, dice el libro «A raíz de la marca alemana en Cuba», que un submarino del pabellón de caza de Cuba (CS – 13) el 15 de mayo de 1943 fue capaz de vencer el submarino espía alemán en el sureste del faro , situado en Cayo Bahía de Cádiz, cerca de Nuevitas.
Siguiendo con el tema de la relación cubano-alemana durante la Segunda Guerra Mundial, en el libro se lee que una vez que se declaró la guerra a Japón, Italia y Alemania en nuestro país se crearon los campos de internamiento, también llamado campamentos  de concentración del enemigo o prisiones en el municipio de Arroyo Arenas para las mujeres y otros para los hombres en Tiscornia, Torrens y la Isla de Pinos.

En 1941 llegó a Cuba, el espía alemán Heinz Kunning, que utilizando el nombre falso de Henry Augustus Lunin y aprovechando su conocimiento de la telegrafía y la ingeniería de radio, bajo la apariencia de un pequeño comerciante de origen latinoamericano, reunio información importante y datos de naturaleza diversa de las producciones de azúcar, café y tabaco en Cuba.
Asimismo, el espía alemán informó a los cuerpos de inteligencia alemanes sobre las posibilidades de tonelaje, capacidad y náutica de la flota marítima cubana, que hacia sus viajes entre puertos cubanos y los puertos de acogida en Europa, EE.UU. y otros países del Continente Americano del Sur. Estos informes permitieron hundir barcos cubanos en Manzanillo y Santiago de Cuba, en 1942, como se citó anteriormente.
Fue descubierto por las fuerzas de inteligencia cubanas quienes encontraron mapas, croquis y dibujos de los centros comerciales cubanos y equipos diferentes de comunicación tanto receptores y transmisores de largo alcance y documentos demostrando sus contactos con otros nazis, y un curioso bolígrafo pistola-, que está actualmente, en el Museo y la Biblioteca Pública de Oscar María de Rojas, en Cárdenas, Matanzas.
Esta curiosa arma de fuego que se le quito al espía nazi, mide 14,5 centímetros de largo y 2.5 de ancho. Fue fabricada en los Estados Unidos, ya que presenta una inscripción grabada que dice: The Lake Erie Chemical Co., Cleveland, Ohio, EE.UU.
Con un calibre de 12 mm, de un solo disparo y un disparador en forma de botón, este arma letal llamada pistola de bolsillo o de pistola Lápiz, que estuvo de moda en el siglo 19 y las primeras cuatro décadas del siglo 20, fue utilizado principalmente por los viajeros, jugadores, profesionales, mujeres de luz y espías en muchos países del mundo.
Heinz August Lunning o Kunning constituyó el primero y único espía nazi fusilado en Cuba y América Latina, al ser juzgado por sus actividades a favor del eje Berlín-Roma-Tokio, durante la II Guerra Mundial- Pagó con su vida ante un pelotón de fusilamiento a las 7 y 57 minutos de la soleada mañana del 10 de noviembre de 1942, en los fosos del Castillo de El Príncipe, en La Habana.

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Una respuesta a Cuba: Entre Submarinos y Espias Nazis

  1. maximino gomez alvarez dijo:

    En 1982 surgió mi interés por el estudio de la figura de Heinz August Lüning y desde entonces me di a la tarea de recopilar la mayor cantidad posible de información, especialmente la de carácter oral, dado que era conciente de que la misma se iría perdiendo en la medida que sus protagonista fueran desapareciendo físicamente. Años más tarde, mientras dirigía un archivo histórico en Cuba, aproveche dicha circunstancia, la que me permitía acceder a cualquier otro archivo del país, para continuar con mi indagación, pero me tropecé con la carencia de fuentes primarias; los miles de folios de la causa 1.366 habían desaparecido de los archivos cubanos. En año 2008, mientras daba los toques finales a mi investigación sobre las actividades de la quinta columna en Cuba y la presencia de los submarinos alemanes en la Isla (“U-boats del III Reich en Cuba”, Entrelineas Editores, Madrid, ISBN 978-84-9802-2009), tuve la oportunidad de entrar en contacto con el profesor Thomas Schoonover de la Universidad de Louissiana, con quien mantuve un fructífero intercambio de puntos de vista. Debo señalar que siento un profundo respeto por el trabajo de Schoonover, a quien considero un investigador acucioso y cuya obra “Hitler´s Man in Havana”, a mi juicio constituye un referente en múltiples aspecto. El profesor Schoonover y yo tenemos en común el haber consultado más o menos las misma fuentes; el Bundersarchiv, el National Archives and Records Administration, el Record Office etc., aunque hemos arribado a conclusiones diferentes. Cuando conocí que el gobierno cubano había enviado a Chile los informes del juicio que implicaban a Carlos Robinson como agente de la Abwerh y contacto de Lüning, me dí a la tarea de indagar en esa fuente (los Archivos chilenos), pero la búsqueda resultó inútil, allí también muchos documentos han desaparecido; ello tiene cierta lógica, si nos atenemos al hecho de que en el momento del enjuiciamiento de Lüning, Chile, enmascarado en una falsa neutralidad, permitía el accionar de los servicios de inteligencia alemanes con una burda impunidad. Ante la presión, fundamentalmente de Estados Unidos, el Departamento 50 de la Inteligencia Chilena acabaría por detener a varios connotados agentes nazis como Alfredo Kleiber, Gillermo Dorbach, Luis Russ Bezinger y al propio Carlos Robinson, sin embargo, poco después todos fueron puestos en libertad y decretada su expulsión del país, salvo Robinson, al que se le permitió permanecer en suelo chileno. Yo tuve también la oportunidad de tener entre mis manos un expediente del SIAE sacado secretamente de Cuba y que conserva el nieto de un ex agente de aquella Institución de inteligencia y donde aparecían datos interesantes, como el testimonio de especialistas de FCC norteamericana destacados en Cuba, que aseguraron “que el sujeto que realizaba las transmisiones estaba debidamente adiestrado”, debido a la rapidez en que enviaba los mensajes sin realizar repeticiones”. Lunin declaró en uno de los interrogatorios (lo reconoce el propio Schoonover), que él era capaz de transmitir pulsando 70 letras por minuto, es decir, aproximadamente 14 palabras, la media de un radiotelegrafista en funciones. El que los británicos no llegaran a detectar a Lüning a través del monitoreo de sus transmisiones no es nada asombroso; los ingleses sólo llegaron a monitorear el 52% de las transmisiones alemanas en el Caribe y América del Sur; el 1º de febrero de 1942 todos los u-boats adoptaron un nuevo cifrado de Enigma, conocido como Tritón, que reemplazaba al anterior, el denominado Hydra. Así mismo, le fue adicionado otro rotor a las máquinas Enigma, por lo que los británicos se vieron totalmente imposibilitados hasta finales de 1942 (fecha en que es capturado Lüning), para poder descifrar las comunicaciones establecidas por los submarinos alemanes entre ellos, y entre estos y sus mandos, así como entre dichas naves y los agentes secretos que operaban desde tierra.
    Lüning en los interrogatorios contestó lo que intuía ya podían conocer los agentes aliados y decidió no hablar más. Reducir a Lüning al plano de un incompetente carece de solides y pensar que fue utilizado sólo como un señuelo resulta algo ingenuo; es poco creíble que la inteligencia alemana actuara con tal ligereza a la hora de reclutar a un agente (todos los “agentes pasivos” cursaban un entrenamiento de 5 a 6 semanas, era lo estipulado por la Abwerh . En cuanto a su no filiación al Partido Nazi, no es nada sorprendente; el 70 % de los miembros de las tripulaciones de los submarinos de la Unteerseboote Flotille, que tenían la importantísima misión de hundir cargueros aliados con la intención de provocar su asfixia económica de dichas naciones, no pertenecían al Partido de Hitler. Cuando yo entrevisté personalmente en Alemania a Alfred Eick, primer oficial del U-176 (sobrevivió porque no participó en la última patrulla de este submarino) hundido por el caza submarino CS-13 comandado por el Alférez Ramírez, éste me manifestó que tanto él como Reiner Dierksen, comandante de ese U-boat no habían pertenecido jamás al partido nazi, algo que luego pude comprobar. Comparar a Lüning con el personaje de Wormold, el vendedor de aspiradoras de la novela de Grahan Green resulta muy imaginativo, pero poco más. Creo que en el fondo, Graham Green se burla en esta historia, más de la ineficacia de los servicios de inteligencia británicos al que él mismo perteneció, que del propio seudo espía de su novela. Por último, quisiera referirme al personaje del general Manuel Benítez, que Schoonover presenta como un individuo obsesionado por el protagonismo en el caso Lüning y por ello responsable de su prematura detención. En realidad, Benítez en su calidad de Jefe máximo de la policía cubana de la época y al cual estaban subordinados los agentes del SIS FBI, SIAE y MI6, tenía garantizado todo el protagonismo en el caso Lüning. Benítez intentó apresurar la captura y enjuiciamiento de Lüning, por otras causas inconfesables, controlar que no trascendiera su implicación en la colaboración con el enemigo; por fortuna para el General, este problema quedó resuelto al preferir Lüning callar para que su misión no se viera perjudicada. En cuanto a la última carta del espía a su esposa, cuyo texto es conocido, poca luz arroja; era la propia de un condenado dispuesto a sufrir en silencio su desaparición; ejemplos parecidos sobran en la historia pasada y reciente. Debo señalar que en las entrevistas que realicé a varios de los que fueron vecinos del espía (algunas las tengo grabadas en video), todos, absolutamente todos me manifestaron que hablaba un castellano perfecto, pero sin acento.
    Maximino Gómez (historiador)

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